Noticias

Productos canarios para el Turismo

By 3 agosto, 2018 No Comments
presentación emplatado cocina

En los años 60-70 los pocos que escribíamos de turismo en los periódicos decíamos que era bueno que los extranjeros que nos visitaban, especialmente escandinavos (después de fueron agregando alemanes, británicos, holandeses y otras nacionalidades europeas), probasen en sus hoteles, en los restaurantes, bares y tascas los productos agropecuarios canarios o nuestra gastronomía y se diese a conocer todo aquello que considerásemos típico, como la artesanía, el folclore, la cultura, las tradiciones, etc.

Era una fórmula eficaz para apoyar a los agricultores, a lo empresarios de hostelería, a los reposteros, a los artesanos, y al mismo tiempo, para valoraran la personalidad y rasgos característicos de los canarios, muy diferentes a las de los lugares de donde procedían nuestros clientes.

Tengo que admitir que no se consiguió ese objetivo, salvo algunas excepciones. Se privó a la mayoría de los asiduos visitantes del disfrute de lo más “genuino” de nuestra tierra. Después del desplazamiento del turismo hacia el sur de la isla, en busca, casi exclusivamente de sol y playa, puede decirse que no era muy elevado el porcentaje de turistas que realmente descubrieron esos tesoros ocultos que poseíamos y que aún tenemos.

Estaban más interesados en las dunas, en los días soleados, del buen tiempo a lo largo de todo el año, pero tampoco se les estimuló mucho para que conocieran esa otra Canarias tan desconocida. El sur turístico se desarrolló como una especie de jungla de especies y hábitos importados, que no eran completamente ajenos. Había poco de auténtico y casi todo era ambiguo, internacional, anodino.

Con esto quiero decir que las reglas las marcaban los que venían de fuera y los que les servían. Incluso aquel fabuloso proyecto inicial de la zona turística, Maspalomas Costa Canaria, impulsado por el conde de la Vega Grande y diseñado por arquitectos franceses, se fue al garete y empezó ese desarrollo desigual y disparatado del turismo en Gran Canaria, en el aspecto organizativo y urbanístico (con leyes farragosas y a veces contradictorias) que convirtieron el Sur en un monstruo que devoraba costas, laderas, barrancos y todo lo que se pusiera por delante. Por supuesto que hubo y hay gente todavía que defiende este desarrollismo insostenible.

No obstante, se crearon algunas urbanizaciones que tenían bastante calidad como los bungalós del Sun Club, en Playa del Inglés, y del Oasis de Maspalomas, construidas por el arquitecto sueco Sven Nordlander, al que, por cierto, ni el ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, ni el Gobierno de Canarias le han hecho el más mínimo reconocimiento por su magnífica labor en aquellos tiempos. Las Dunas sufrieron también los efectos de tanto desorden. Primero, los especuladores y personas sin sensibilidad con el medio ambiente intentaron construir un hotel dentro de ese espacio natural, pero afortunadamente fue derribado.

Y después cometieron el error de dejar que la gente caminara libremente por allí y, además, seguir construyendo cada vez más cerca de las mismas, en un acoso constante que impiden que el viento circule convenientemente sobre ellas. Pero esto parece que no importa. La cuestión era extraer el mayor rédito posible aunque con el tiempo fue debilitándose la ocupación y la rentabilidad, al tiempo que los establecimientos se iban convirtiendo en obsoletos y a veces en inhabitables, y el entorno, cada vez más deteriorado. Hace poco recordaba con el fotógrafo del Sur, Juan Franco, todas estas cuestiones, de las que escribíamos el periodista Paco Díaz y yo en las páginas de La Provincia, que se crearon especialmente para tratar con más seriedad y frecuencia los temas turísticos, así como el periódico Prisma Turístico, dirigido por este último.

Hoy, después de tantos años transcurridos, parece que, por fin, determinados empresarios turísticos del Sur recurrirán a la agricultura y ganadería del país, es decir, de Canaria, y no de otros lugares, para mostrar a los turistas las excelencias de sus productos. Además, con ello contribuiríamos a que se valore el arduo trabajo de estas personas, a que aumente su autoestima y obtengan rentabilidad y dignidad.

En el transcurso del tiempo la calidad de lo que se cultiva y elabora en Canarias ha aumentado. Tenemos excelentes frutas, quesos, vinos, repostería, etc. con una adecuada presentación, y muchos de ellos ecológicos, y una gastronomía más variada de lo que parece, que merece la pena que se degusten. Nunca es tarde si la dicha es buena, pero reconozco, al mismo tiempo, que va a ser difícil desarraigar en los lares sureños y turísticos toda esa amalgama de muestras culinarias que la mayoría de los visitantes consumen y que a algunos incluso les recuerda que están en su casa y no en un país extraño que en ese aspecto tiene mucho que ofrecer. Incluso encontramos hasta la llamada “comida basura” que también pulula por allí, así como todos esos productos alimenticios que llevan en frigoríficos no se sabe cuanto tiempo, que pierden sabor y textura, y que no se pueden considerar ingredientes idóneos para una gastronomía de calidad.

Hemos habituado al turista a consumir algo que no era genuino nuestro. Ignoran, o ignoraban, en un alto porcentaje, según decía hace poco el abogado y presidente de asociaciones hortofrutícolas, Roberto Góiriz, que nosotros tenemos aquí pescado, verduras, frutas, de calidad y frescos. Que nuestros vinos han mejorado en relación a hace cuarenta años, que nuestros quesos no tienen nada que envidiar a los mejores del mundo. Y que nuestra cocina ha evolucionado también, para bien. Los turistas deben descubrir que además de playas y paisajes tenemos agricultura, pesca, ganadería e historia y que es obligación de todos los canarios mostrárselo. No es tarea fácil, por los malos hábitos adquiridos, pero no imposible.

FUENTE: https://maspalomasahora.com/art/16605/productos-canarios-para-el-turismo